sábado, julio 30, 2011

La ɴueva enτreɴador​a. [Oɴe sнooτ]

#3Fin!

El resto de sus clases, Nick no pudo concentrarse. Había olvidado por completo sus frustraciones presentes en su primera clase para sustituirlas por una mayor. Esa mujer lo intranquilizaba más de lo que debería, incluso le había sacado de su cabeza a Rebeca para tomar su lugar.

-Hola, querido – despertó de sus pensamientos. Parpadeo un par de veces antes de reconocer aquél rostro.

-Rebeca – sus músculos se tensaron de inmediato. Apretó sus puños intentando tranquilizar su ira.

-En persona – sonrió cínicamente y tomó un asiento de su mesa.

-Me largo de aquí – Nick se levantó dispuesto a marcharse de la cafetería, estaba demasiado molesto como para además soportar a esa bruja.

-Vamos, cariño – lo sujetó por la muñeca impidiéndole levantarse - ¿no estarás molesto por lo de Kevin? – él le lanzó una mirada asesina – Fue mucha su insistencia que sentí lástima por él, es todo. Yo te quiero a ti.

-Claro, es tan grande tu cariño que por eso decidiste romper conmigo.

-¿De qué hablas? Yo no rompí contigo, ¿por qué habría de hacerlo si eres todo un sueño? – hizo un ademán de besarlo, pero él la esquivó de inmediato – Vamos, Nick, hermoso.

-No, Rebeca. Entiéndelo. 

-Nick – una tercera se agregó a aquella incómoda situación, Nick de inmediato llevo su mirada a la recién agregada y palideció al reconocerla.

-Miley - Nick sonrió. Rebeca tomó una pose defensiva, simplemente al ver la reacción de él supo que entre ellos había algo más.

-Esperaba que pudieras sentarte un momento en mi mesa – dijo no ocultando ese toque de seducción en sus palabras, hecho que enfureció a su ex novia.

-Claro – sonrió incorporándose de aquella mesa.

-Él está conmigo – intervino Rebeca.

-Niña, son asuntos importantes los que tiene que tratar, tú, ya serás después - Miley dijo sin ocultar su desprecio por aquella rubia.

-¡Nick!

-Adiós, Rebeca– le lanzó una sonrisa burlona y se fue tras aquella mujer que la rubia jamás había visto en su vida y que odió de inmediato.

-Siéntate - Miley le ordenó tras detenerse frente a una mesa vacía, él obedeció sin replicar - ¿Quién era ella?

-Rebeca, mi ex novia.

-¿La amas? - Miley centró su atención en la etiqueta de su jugo de arándanos, quizá contaba las calorías o quizá temía ver directamente a los ojos de su invitado.

-No – ella sintió un impulso por suspirar aliviada, pero se contuvo. Regresó su mirada a él.

-¿Te acosa?

-Se aburrió de mi mejor amigo, es todo.

-Es una zorra entonces – afirmó ante la divertida sonrisa de él.

-¿Por qué te interesa tanto?

-Simple curiosidad – se encogió de hombros - ¿Desayunaste ya? – desvió repentinamente el tema.

-Antes de salir de casa – asintió.

-Creo que mientes – dijo tras morder su emparedado – Cuando juegues en mi equipo quiero que te alimentes bien, ni creas que voy a permitir que te desmayes a la mitad de un entrenamiento por falta de energía.

-Ya verás que sí me alimento, en nuestra cita.

-¿Tan seguro estás de ganar?

-No pareces un gran reto.

-¿Y por qué supones que me asignaron el lugar de Owen? No fue precisamente por mi lindo rostro – Nick rió para sus adentros, conociendo al pervertido director seguro ese era el motivo.

-Ya lo veremos, faltan aún un par de horas.

-No pareces muy preocupado.

-No lo estoy.

-Excelente - Miley envolvió su emparedado, lo tomó junto a su jugo y se levantó – Hasta pronto, querido – se reclinó para darle un beso en su mejilla peligrosamente cerca de sus labios – ¡Ah! Hazme un favor y aléjate de esa mujerzuela – sin más se retiró.

-Hey, Nick – despertó de sus ensoñaciones, levantó su mirada implorando no fuese nuevamente Rebeca.

-Joe – sonrió.

-Esa tía está que muere por ti – se sentó - ¿cómo diablos le hiciste? Durante el resto del entrenamiento intenté conseguir algo con ella, pero ¡nada! Parecía más interesada por conseguir información de ti que por observarnos jugar.

-Vamos.

-¡En verdad! Nick Jonas, no sé qué demonios hiciste pero atrapaste a la tía repentinamente más deseada de la escuela.

-No planeo acostarme con alguien mayor – mintió.

-¡Imbécil! Es un año menor a tu viejo trasero.

-¿Qué?

-Sí, al parecer es una alumna de intercambio, pero demostró su talento en soccer y a falta de un equipo femenil, le asignaron ese puesto – Nick tenía ahora muchas cosas que pensar. Se despidió de su amigo y se marchó de ahí.

Tras un par de clases más, Nick se dirigió corriendo a su casillero para cambiar su vestimenta por su uniforme de soccer. Sentía las pulsaciones de su corazón incrementar considerablemente. Anheló volver a ver a esa diva que no se había separado ni por un instante de sus pensamientos.
Por una razón desconocida, casi toda la escuela se había enterado del enfrentamiento entre el mejor jugador de la escuela y la nueva entrenadora, y al momento de llegar al campo de juego encontró a una multitud ansiosa por verlos jugar. Maldijo para sus adentros y se preguntó si también los presentes sabían los posibles premios de aquel reto. Resopló y se encontró con Miley Brown ante las miradas de todos. De repente se tensó.

-¿Estás listo? – ella sonrió.

-Listo.

Sonó un silbato que marcó el inicio de aquél juego. Nick quedó perplejo ante la destreza de esa mujer, realmente no mentía al decirse buena en ese deporte, en realidad era excelente. El primer gol fue anotado por ella después de cinco minutos de juego. De inmediato, él la empató tras distraerla con una encantadora sonrisa. Claro que ella no quiso permitir ser manipulada nuevamente por los encantos de él y se concentró en el balón. Dos minutos después volvió a anotar ante la cada vez más eufórica concurrencia. El juego se prolongó siete minutos más y cayó un gol que los colocó nuevamente en un empate. Del siguiente gol dependerían las consecuencias. Miley resopló, comprendía ahora a la perfección el por qué el chico llevaba el título de capitán. En la atmósfera comenzó a reinar la angustia, transcurrieron tres, cinco, diez y quince minutos y nada ocurría. De repente el gol decisivo cayó. Todos tardaron más de diez segundos en reaccionar tras un pesado silencio. Celebraron. Nick observó acercarse a miley lentamente a él con los ojos fuera de sus orbitas.

-Serás capitán – ella le susurró en su oído – en el equipo, y… – hizo una pausa tras sonrojarse - en mi corazón – sin más lo tomó de su nuca y lo besó. Él la correspondió y supo que a partir de entonces jugaría por el resto de su vida para ella. Su nueva entrenadora.

                                                  ​                                                  ​                                            Fiɴ

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