sábado, julio 30, 2011

La nueva enτrenador​a. [One sнooτ]

#1

Cuando él despertó no sabía que su vida cambiaría ese preciso día, no sólo tendría un nuevo entrenador, quizá también la oportunidad de conocer el verdadero amor.



Nick Jonas se despertó irritado gracias a todos los emocionados gritos de su hermana menor de unos doce años. <<Nick, ya levántate >> no dejaba de gritar mientras saltaba en su cama. Estaba eufórica, y cómo no estarlo si era su primer día de clases en su escuela secundaria y a él le había correspondido la responsabilidad de llevarla por las mañanas para después irse a la universidad. Miró de soslayo su reloj despertador que aún no sonaba y se exasperó al encontrar los dígitos rojos que marcaban las 6:35 a.m., ¡por Dios! Ella entraba a las 8:00 a.m. Se llevó una almohada a su cabeza para cubrirla y disminuir el volumen de aquella desesperante vocecilla que en otras ocasiones le sonaba casi como si fuera cantos de ángeles.

-¡Nick! – no se dio por vencido, le arrebató su protección para después, con un rociador de agua, esparcir frías gotas sobre su rostro.

-¡Demonios, Aura! – gritó realmente furioso, ella se paralizó – Te he dicho que tienes prohibido entrar a mi habitación cuando duermo – ella decidió conveniente bajarse de la cama.

-¡Chicos, basta! – entró su madre vestida ya con un elegante conjunto rosa pálido lista para marcharse a su empresa – Nicholas – le lanzó una mirada represiva -¿por qué no te has duchado ya? ¡Apestas!

-Mamá…  - él estaba dispuesto a alegar.

-Nick, sé bien que ayer llegaste desanimado porque tu equipo perdió el torneo, pero eso no era un buen pretexto para encerrarte en tu habitación sin salir de ella por el resto del día, estás peor aún que cuando rompiste tu relación con Rebeca – él resopló al recordar a su última novia que no era mejor a una ramera – Levántate ya, no quiero que Aura llegue tarde su primer día de clases – él recordó hasta entonces a la causante de aquél sermón, le lanzó una mirada asesina a la pequeña que discretamente le lanzaba una maléfica sonrisa – Me tengo que ir ya. Josefa – la mujer que había fungido toda su vida el papel de madre para ambos hijos Jonas – está preparando ya el desayuno, arréglate; y, por favor, que Aura esté puntual en su escuela y tú no faltes de nuevo a tu primera clase del día por ir a entrenar – le dio una suave palmadita en su mejilla y salió tras darle un beso a la pequeña. Nick observó a la atractiva mujer marcharse de ahí, era irónico que su propia madre fuese una desconocida para él y Aura.

-Ya oíste a mamá – la pequeña llamó su atención de nuevo – arréglate ya.

-Sal ya de mi habitación – él frunció su ceño.

-Pero te volverás a dormir, te conozco.

-No – se levantó para tranquilizarla – tomaré una ducha rápida, desayuna mientras yo me arreglo.

-¿No desayunarás conmigo? – comprendió entonces que la pequeña necesitaba por lo menos una figura que fungiera el papel de padre a falta de uno. Resolló.

-Bien, no me tardo, te alcanzo en veinte minutos en la mesa – ella sonrió satisfecha y salió pegando algunos brinquitos.

Sonrió. Adoraba a esa inquieta niña y ella estaba consciente de ello y claro que no había perdido la oportunidad de aprovecharse de eso. Tomó al azar su vestimenta para después meterse a su sanitario a deshacerse de esos inconvenientes olores masculinos. Sintió un alivio al sentir las tibias gotas de su ducha correr por su cuerpo, recordó entonces el día anterior, estaban perdiendo el partido y por mucho, no era la primera vez en la temporada, ciertamente ese año se había presentado un decaimiento en el mejor equipo de soccer de la región y todo porque, aunque no lo quisiese reconocer, su entrenador envejecía ya. Necesitaban nuevas estrategias y más suspicacia. Había escuchado rumores que habría un nuevo entrenador pronto, pero él no se sentía conforme con ello, estimaba al viejo Owen.
 Resolvió en salir, consciente de que Aura lo esperaba para desayunar, no quería que la pequeña asistiera a su primer día sin alimento en su estómago. Salió envuelto en su toalla, aplacó un poco sus feroces rizos y vistió con una velocidad digna de un superhéroe. Tomó su liviano morral y corrió hacia el comedor.

-Me sorprende tu puntualidad – Aura dijo parando su cronómetro tras tomar un sorbo de zumo de naranja.

-¿Me contabas el tiempo acaso? – se sentó en la mesa tras coger una tostada y embarrarla de dulce de leche.

-Así como tú me cuentas a mis amigos varones.

-Si no lo hiciera, esta casa estaría repletos de chiquillos cubiertos de testosterona – él sonrió y dio una mordida a su tostada. Ella lo miró molesta.

-Nick, Aura está en crecimiento, creo que exageras con limitarle el número de pretendientes – intervino una señora regordeta.

-Después me lo agradecerán, Josefa, Aura aún es muy pequeña.

-Tengo casi trece años.

-Y a los quince podrás tener tu primer novio, señorita – Aura no rezongó sabía que la decisión de su hermano era firme, además ya lo habían discutido muchas veces y lo único que había logrado era reducir la edad de dieciocho a quince. Continuó comiendo su omelette.

-Vámonos ya – dijo la pequeña después de un largo y silencioso desayuno. Observó el plato de su hermano que  no había sido más que picado - ¿Terminaste ya de desayunar?

-Sí, vamos, se te hará tarde si no estamos en quince minutos allá – ella quiso protestar por el inexistente apetito de su hermano, pero si lo hacía tendría problemas en su nueva escuela apenas el primer día. Tomó su morral tras despedirse ambos de su nana.

-Sube – Nick le abrió la puerta del copiloto a su hermana. Ella obedeció apresuradamente y subió al Mustang negro, se abrochó su cinturón.

-¿Qué ocurre? – dijo tras recorrer una parte del camino sin un intercambio de palabras, él nunca hablaba de sus sentimientos, pero en esta ocasión parecía tener serios conflictos con ellos.

-¿De qué hablas? – él bajó el volumen del radio y le regaló una sonrisa.

-Te noto… extraño – era incómodo hablar con alguien de algo que se considera prohibido.

-Tengo sueño, una pequeña mujercita hoy no me permitió dormir mis ocho horas de sueño al irrumpir en la tranquilidad de mi habitación – ella se sonrojó.

-¿Es todo?

-Es todo – asintió – Llegamos – detuvo su auto frente al exclusivo colegio - ¿cómo regresarás a casa?

-Mamá enviará a uno de sus chóferes por mí – dijo tras retirase el cinturón de seguridad.

-De acuerdo, te veo en la tarde entonces.

-Adiós – dijo para después marcharse con pasos presurosos. Nick volvió a arrancar su auto cuando la perdió de vista.

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