martes, septiembre 13, 2011

Quizas Debio Llover Un Poco Más - [Nicholas Jonas- .OneShot.]


Parte 1
El cielo estaba completamente oscuro. Las densas nubes grises anunciaban la ya inminente tormenta que se cernía sobre la ciudad. Nicholas suspiró nervioso y miró por la ventana. De haber sabido que una tormenta de tal magnitud iba a caer precisamente ese día, tal vez no la hubiera llamado. Aunque...la tormenta también significaba que ya no habría vuelta atrás.  A menos, claro, que ella se decidiera a no ir. El, sin embargo, la conocía demasiado bien como para saber que en cualquier momento el portero del edificio le avisaría que había llegado.

En efecto, pocos minutos después, Nicholas sintió que su corazón se detenía para luego comenzar a latir más rápido de lo normal cuando escuchó tres golpes en la puerta.  El portero nisiquiera le había avisado. Podría Ser un asesino en serie y el portero lo dejaría entrar pensó, haciendo que una sonrisa comenzara a formarse en sus labios. Tenía la habilidad de pensar cosas completamente absurdas en los momentos menos indicados, y el no sabía si eso era un don o…bueno, lo contrario a un don.

Respiró profundo antes de abrir la puerta. ¿Cuándo había sido la última vez que se había sentido tan nervioso? No lo sabía. Tal vez porque jamás lo había hecho. Se sentía ansioso y nervioso a la  vez, con un nudo en la garganta y las mariposas revoloteando libremente por su estomago.

No sabía que esperar cuando finalmente la tuvo frente a el. ¿Una bofetada? ¿Un abrazo? ¿Las dos cosas? Nada ocurrió. Ni lo abrazó, ni le dio una bofetada. Llevaba el cabello recogido en un descuidado moño, los jeans rotos que tanto le gustaban y una blusa negra que dejaba al descubierto uno de sus hombros.  Reconoció los converse que el le había regalado para su cumpleaños hacía un año y sintió un dolor en el estómago. ¿Era necesario?

Entonces ella sonrió. Nick sintió el alivio atravesar su cuerpo como una ráfaga de brisa en un día caluroso. Por lo menos no me odia pensó. No mucho, por lo menos.

-Pasa –Dijo el. Ella obedeció y se sentó en el sofá mientras Nick cerraba la puerta.- ¿Quieres algo de tomar?

-Acabo de almorzar –Respondió ella- Pero gracias.

Una de las cosas que más disfrutaban ambos de su relación era el hecho de que muy pocas veces se quedaban callados cuando estaban juntos, y cuando lo hacían, nunca había sido un silencio incómodo. No como en el que estaban sumidos ambos en ese momento.

-¿Cómo has estado? –Preguntó el- ¿Cómo va todo con…

-Me han ascendido en el trabajo –Respondió ella.- ¿Recuerdas que Jessica Fisher renunció? Bueno, al fin se han decido y me han dado el puesto a mí.

El sonrió, y aunque eso no era precisamente lo que el iba a preguntarle, se alivió de tener más tiempo antes de llegar al tema.

-Me alegro –Sonrió- ¿Lo ves? Te dije que sería para ti.

-No puedes culparme por ser prevenida.

-Te culpo por desconfiada, no por prevenida.

Ella soltó una carcajada.

-Te extrañaba, rulitos.

El no dijo nada. Suspiró y decidió que lo mejor sería terminar con eso de una vez. Sin anestesia, como solía decir Joe. Sería menos doloroso así, aunque dudaba que de verdad influyera en algo.

-Supongo que estarás preguntándote porque te llame –Dijo, cambiando bruscamente el tema al tiempo que se sentaba frente a ella. En otros tiempos, probablemente lo habría hecho a su lado e incluso hubiera puesto su cabeza en las piernas de ella, que comenzaría a jugar con su cabello. Ahora, apenas si era capaz de mirarla.

-Pensé que ya no ibas a hablarme jamás –Respondió ella.- Aún no sé porque dejaste de hacerlo.

-Lo sé. Y lo siento. Es solo que… Dios, necesitaba aclarar tantas cosas.

- ¿Qué cosas? ¿No podías habermelo dicho? Podría haberte ayudado, Nick.

-No.
                          
Ella lo miró, luciendo herida y el se odió, pero ella  no entendía, aún no podía hacerlo. El sabía que había estado mal, que su mejor amiga había estado preocupada por el, que había intentado de todo para localizarlo…Sabía que la herido, pero en su momento el no había visto otra opción, y al llegar, no había tenido el coraje de llamarla hasta ese momento.

-¿Qué fue lo que pasó? ¿Ahora si vas a decírmelo?

-Deja que me prepare psicológicamente.

Soltó una carcajada y Nick sonrió.  Tal vez aún quedaba algo por salvar.  Ella se levantó y se sentó junto a el.

-No puede ser tan grave…

-No lo es –Dijo el, mirándola a los ojos- No para ti.

-¿Entonces?

-¿Recuerdas cuando fue la última vez que nos vimos?

-Claro que sí. La fiesta de compromiso. Pero tu te fuiste, te fuiste durante el brindis…Al principio pensé que estabas enfermo, que habías ido al baño, Joe me dijo que no te sentías bien.

-Es que no me sentía bien.

Ella tomó su rostro entre sus manos, obligándolo a mirarla a los ojos de nuevo. 

-Me preocupas, Nick. ¿Qué demonios te sucede? ¿Qué es tan grave que no puedes compartirlo nisiquiera conmigo?

-No estoy tan mal. –Se defendió el, ignorando las nauseas que sentía, y los nervios de tenerla tan cerca.- Estuve peor.

Un trueno resonó por el apartamento. La lluvia aún no había comenzado a caer, pero no pasaría mucho antes de que lo hiciera. Ella lo miraba demostrando toda la preocupación en sus ojos.

-Sabes que puedes decirme lo que sea, rulitos –Susurró, haciéndolo sonreír.- Aún eres mi mejor amigo.

El suspiró y supo entonces que era el momento.

-Te quiero Smiley.

Y yo a ti, Nick.

El brillo del anillo que llevaba en la mano izquierda lo distrajo, apartándose de ella.

-No, no entiendes. –Miley se apartó de el.- ¿Quieres saber porque me fui el día de tu fiesta? –Ella solo lo miró, confundida.- Porque no pude resistir ver a la mujer que amo comprometiéndose con otra persona.    

No quiso mirarla. Bajó la mirada y la clavó en el suelo. Estaba hecho y ya no había vuelta atrás.  La lluvía ya había comenzado a caer, y los truenos resonaban cada vez más fuerte. 

-Lo siento –Susurró, atreviéndose a mirarla. Ella se había levantado del sofá y tenía la cara hacia la ventana, contemplaba la lluvia y se mordía el labio, como siempre que estaba nerviosa.-

-¿A que juegas, Nick?  
Esto lo desconcertó. ¿A que jugaba? ¡Era el quien acababa de confesarle que estaba enamorado de ella! ¡Era el quien estaba sintiendo que se desgarraba por dentro tan solo al verla con el anillo puesto! ¿Y ella preguntaba que a que jugaba?

-¿Qué quieres decir?

-¿Estás hablando en serio?

Se sentía ofendido. ¿Por qué no le creía?

-Jamás he hablado tan enserio en mi vida.

-¿Por qué jamás lo dijiste?

-Siempre has sido mi mejor amiga. Te conozco hace casi 15 años, y si quieres que et diga la verdad, creo que he estado enamorado de ti por más de la mitad de ese tiempo. Pero yo sabía que tu no sentías lo mismo y siempre he preferido tenerte cerca como amiga antes que perderte por mis sentimientos.

Ella lo miró. Por alguna razón, tenía los ojos brillantes, como si estuviera conteniendo las lágrimas.   

-No te creo.

-¿Y que quieres que haga para que me creas? ¡Me conoces! No mentiría con una cosa así.

-¿Y que pasa entonces con Selena? ¡Estuviste a punto de casarte con ella! ¡Me dijsite a mi que ella era con quien querías pasar toda tu vida!
Y que querías que hiciera? ¿Qué me quedara esperándote? ¡Tu ya estabas con Nate para ese entonces! Yo necesitaba salir adelante, imaginar que podría olvidarte y seguir con mi vida.

-¿Y porque no lo hiciste?

-Porque descubrí que Selena me engañaba. Dios sabe que lo intenté con todas mis fuerzas, y no fue mentira que la quise, pero fue ella quien decidió terminar con la relación, no yo.

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